Programa de la Lista Asamblea Constituyente de Atacama (ACA) “Chile florece desde Atacama” Para postular a la Convención Constitucional
Las falta transversal de derechos –cuya demanda se viene expresando hace muchos años y con fuerza en los cabildos y las asambleas después del 18/O, (educación, salud, pensiones, servicios básicos, corrupción, entre otras)– además de la destrucción del medioambiente, el uso indiscriminado e injusto de los bienes comunes y elementos vitales, en especial del agua, y todo lo que implica habitar zonas de sacrificio, son responsabilidad de la clase política y de la elite empresarial, que han defendido con uñas y dientes tanto el modelo económico neoliberal como todos los cerrojos constitucionales puestos a la democracia que impiden modificarlo.
Introducción al Mandato (...)
En consecuencia, dicho Mandato, tiene los siguientes ejes programáticos: la construcción de una sociedad antineoliberal, antipatriarcal, feminista y antirracista, de los cuidados, expresada en una sociedad de derechos, más justa, equitativa, no discriminatoria y respetuosa de su diversidad; un modelo económico y de desarrollo no extractivista centrado en la armonía y la sostenibilidad de la vida humana y de la naturaleza, que proteja los bienes comunes y los elementos vitales; el buen vivir; y un Estado plurinacional, descentralizado y con mayor autonomía y poder de decisión a nivel territorial, reconociendo múltiples formas de democracia bajo el poder popular de la ciudadanía. Apostamos a un cambio cultural, cosmogónico y de paradigma, donde se desinstale todo el legado neoliberal enfermizo que intentaron inyectar en el ADN de este Chile que se rebeló y que dijo basta frente a un modelo depredador que venera la muerte, el dolor ajeno y el abuso en la vida diaria de cada une, de cada familia, de cada pueblo y de cada territorio. Este cambio cultural recupera valores de antaño como la solidaridad, el compañerismo, la autogestión, el cooperativismo, la organización de la sociedad y su derecho a participar de las decisiones que le conciernen y que integra a otros, conforme a los avances del entendimiento del último tiempo, por ejemplo aquél referido a que la Tierra está llegando a su límite de carga ecológica y, una vez superado este umbral, no podrá restablecer su equilibrio y seguir aportando elementos sanos para la continuidad de la vida humana y del resto de las especies. Por lo tanto, si no cambiamos de manera urgente nuestra forma de relacionarnos con la Tierra, entre ello nuestras formas de producción y consumo, podemos llegar a una situación de extinción masiva de especies, tal como ya lo están alertando diversos grupos de científicos y organismos especializados. En este nuevo paradigma, la tranquilidad, la belleza, la paz, la abundancia y la materialización de los derechos humanos y sociales en su conjunto serán la norma. Se trata de un modelo que permita una vida “Que valga la pena vivir” –tal como se expresó en las marchas callejeras– donde podamos desarrollarnos como seres humanos y no solo sobrevivir. Bajo este paradigma, el Estado está al servicio del bien común y es gestor de una sociedad basada en el amor, el respeto y la aceptación de todos los seres sintientes, donde no quepa la violación de los derechos humanos. Esta es la esperanza que nos motiva como Lista: emerger como una flor en el desierto florido, para un Chile que florezca desde Atacama.
Mínimos comunes transformadores para un nuevo Chile
- Proyecto de sociedad antineoliberal: Una sociedad que pone en el centro la vida, el ser humano y la naturaleza, teniendo como principio el BUEN VIVIR.
- Estado que asegure los derechos sociales y sociedad de los cuidados, el buen vivir y la dignidad humana: (...) La sociedad del cuidado es la alternativa ética y moral al neoliberalismo y a la cultura de la muerte. El cuidado es entendido como la suma del tiempo, el trabajo y el conocimiento puestos en movimiento para un vivir armónico y digno entre las personas y respecto de la naturaleza. Se trata de un actuar intencionado, consciente de sí mismo y de las y los demás.
- Sociedad feminista antipatriarcal: El cambio de paradigma por el cual estamos luchando además de ser antineoliberal y anticolonial, es antipatriarcal. Entendemos el patriarcado como el modelo de sociedad donde se atribuye a los hombres (por lo general blancos y heterosexuales) el poder político, simbólico, económico y cultural, subordinando no solo a las mujeres sino también a quienes no forman parte del estándar masculino ideal, por ejemplo: las disidencias sexuales, la niñez, las personas en situación de discapacidad, las personas de escasos recursos y las personas racializadas. Esta subordinación ocurre con lógicas violentas tales como la apropiación y la violación de las cuerpas y las territorias. En este sentido, el feminismo busca la transformación de las relaciones de poder para construir una sociedad integradora, donde quepamos todes, y donde las mujeres y las disidencias sexuales LGBTI+ puedan gozar de los mismos derechos para decidir sobre sus cuerpos y desarrollar sus vidas.
- Justicia social, solidaridad y bienes comunes: Los habitantes de Chile se declaran en solidaridad y colaboración, lo cual implica que toda su actividad económica estará al servicio del bienestar de sus habitantes, la naturaleza y subordinada al interés social. Por lo tanto, sus procesos de socialización propiciarán la incorporación de estos principios en la convivencia cotidiana, los que prevalecerán por sobre los de la propiedad privada. El agua, los paisajes, los ecosistemas y la diversidad biológica y cultural asociada deben ser concebidos como bienes comunes a la vez que sujetos de derechos. Por lo tanto, será responsabilidad del Estado y deber de las personas protegerlos para el bienestar de todos los seres vivos, las generaciones actuales y futuras en el marco del reconocimiento de los derechos de la Naturaleza. Se debe garantizar el reconocimiento del agua como derecho humano, la gestión comunitaria de los bienes naturales comunes desde un enfoque sostenible y plurinacional, y que considere la diversidad biocultural que existe en los diversos territorios.
- Preservación y cuidado del medioambiente y sus equilibrios ecosistémicos: La Constitución debe consagrar a la naturaleza como sujeto de derechos y no permitir más territorios de sacrificio. Esta otorgará sentido realmente vinculante a las consultas con las comunidades que se vean afectadas por los diversos proyectos extractivistas que afecten el medioambiente. Con autodeterminación y disponiendo de información completa y fidedigna respecto de los impactos que conlleva cualquier proyectos, las comunidades y territorios tendrán derecho a decidir respecto de su futuro. La normativa ambiental debe ser acorde a estándares que garanticen la salud y la dignidad de las personas y los seres vivos. Como mínimo, deben ajustarse a lo que establece la OMS y ser modificables a partir de demandas vinculantes de la ciudadanía en procesos de participación transparentes.
La Constitución debe garantizar la protección y regeneración de los ecosistemas y del tejido social desde una política y justicia restaurativa ante territorios degradados y ante industrias contaminantes, relevando la importancia de transitar más allá del extractivismo vigente en el actual modelo económico hacia la consolidación de economías territoriales solidarias. Debe haber un cambio de la matriz energética, transitando con velocidad hacia el decrecimiento económico que transforme los medios de producción y las formas de consumo y priorizando sistemas de energías limpias y renovables.
El ciclo completo del agua debe estar consagrada como un bien común inapropiable y es necesario asegurar su acceso como derecho humano. Se protegerá el ciclo del agua con todos los cuerpos de agua y sus ecosistemas, con el ecosistema glaciar y las nacientes de las aguas como elementos intocables. Se impulsa la soberanía alimentaria y las semillas son reconocidas como patrimonio sagrado de los pueblos, también inapropiables. No se permite la producción ni el comercio de transgénicos; se exige la reducción y la inutilización de plaguicidas que afectan la salud y los ecosistemas. A su vez se debe, fomentando la soberanía alimentaria de los pueblos.
- Modelo de desarrollo que sustente la vida y la naturaleza: Sociedad del buen vivir La organización de la economía debe estar al servicio del bienestar de las personas y de la posibilidad de reproducción de la naturaleza. Por lo tanto, de la posibilidad del mantener la vida y no en función de un determinado modelo o de grupos específicos de la sociedad. La Constitución deberá prohibir la privatización de los derechos sociales y de la naturaleza y trazar el rumbo hacia un nuevo modelo económico que priorice la vida por sobre la muerte, que desprivatice todos los bienes vitales, que cree un Estado no subsidiario, que transite hacia un decrecimiento económico inteligente y que promueva y fortalezca la economía local, la economía circular y la soberanía alimentaria de temporada. Esto implica un tránsito hacia una sociedad del buen vivir, donde los conocimientos de los pueblos indígenas sean fundamentales.
- Soberanía del Estado y la sociedad sobre los bienes y servicios naturales: La soberanía reside esencialmente en el pueblo y es ejercida por el pueblo a través de plebiscitos, iniciativas populares de ley, referéndum revocatorios y aquellas autoridades establecidas por la Constitución. De este modo, toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su naturaleza y origen, se entiende subordinada al interés general, al bienestar social y al cuidado del ecosistema en su conjunto. Dicho de otra forma, el derecho de propiedad quedará subordinado a los derechos sociales y de la naturaleza. Esto implica que todos los bienes comunes naturales, como cobre, litio, agua, etc., sean parte de una propiedad colectiva y de una matriz productiva sostenible que el Estado debe proteger. En tal sentido, el Estado deberá además controlar las áreas estratégicas y las actividades económicas consideradas como monopolios naturales (transporte, servicios básicos, telecomunicaciones, energía).
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